No, caballeras y caballeros, no se alarmen, mi cerebro es bastante más inteligente que yo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Humanidad negada

Humanidad negada:

Ésta soy yo, ¿me veis bien? Una morenaza de metro sesenta de estatura y sugerencia, atlética y luciendo esas curvas defenestradas por las revistas de belleza y alabadas en privado, en la intimidad que todos comparten y algunos vituperan en una censura que no les concierne. Pero ahora estoy para otras contradicciones. ¿Me veis? ¡Me estoy esforzando! ¿Os gusta? A mí me encanta mi trabajo, abro las piernas, la cámara filma, los fluidos resbalan, calientes, tentadores, mi lengua sube por ese miembro lleno y lo engullo con ansia, y degusto el sexo puro derramándose en cada gemido y mi corazón palpita con el ritmo de los cuerpos al encontrar la unidad en cada postura y perseguir un crescendo para darle caza al placer y atrapar cada una de las letras que dicen M-Á-S con los dientes apretados.
Os ofrezco mis imágenes, os ofrezco mis movimientos, mi experiencia, mi mirada felina y mi libido a este lado de la pantalla. Domino cada embestida que recibo, moldeo cada impulso sobre mi piel, impero trémula sobre la lujuria con mis dedos, hago mío cada influjo de otro cuerpo. Os ofrezco cada vibración hecha líquido.
            Pero no os ofrezco nada más.

Y vosotros –que sois sólo algunos– le reclamáis a un personaje una humanidad que me arrebatáis. Masturbaros conmigo buceando en vuestro córtex cerebral, conmigo clavada en vuestras retinas, parece daros un privilegio sobre la palabra y el acto. Al parecer sólo sé decir sí con la lengua rozando estos labios que saben a mordisco y con las manos agarrándome bien fuerte los pechos, y es que la intimidad no es ningún derecho y yo seré un personaje de ficción por siempre jamás.
Porque las personas no hacen lo que yo hago, así que tracemos un aburrido silogismo que salta a la comba como la niña que, por lo visto, nunca fui.
Mi bandeja de entrada –no os confundáis, no es ninguna metáfora, tampoco podría serlo–, está llena de mensajes arrogantes, agresivos, de palabras que me toman por su esclava, de fotos de penes muy preocupados y, en general, de actuaciones y acusaciones que piden un tratamiento psiquiátrico prolongado.

Zorra, puta, te lo estás buscando, juguete, son gajes del oficio –a esto se le llama empatía–, fóllame y te pago dinero, tía buena sin neuronas –y esto sí ha resultado ser una licencia pese a su simplicidad–, tetas, culo, coño, cómo te atreves a hablar en defensa de las mujeres, ábrete de piernas.
Es lo que la ceguera vislumbra a través de los píxeles.

Machismo, locura, verdad, posesión, delirio, poder, delimitación, prisión, terror.
Eso es lo que veo desde este lado de la pantalla.
La deshumanización del otro siempre ha sido el alimento del fanático.
Y el fanatismo siempre ha sido la antítesis de una buena educación.
¡Qué fácil es encerrar a la libertad entre unas cuantas letras!

¿No soy una persona para vosotros? ¿Sería distinta si tuviera otra profesión? ¿Diríais lo mismo cara a cara, en una calle llena de oídos? ¿Si una chica elige, os lo tomáis de forma personal, trata acaso de socavar vuestra hombría? ¿El mundo gira en torno a vuestros ombligos. Habéis leído bien: ya no es una pregunta.
Sin embargo no creo ser el centro de atención, no creo que nadie sano pueda vivir pensando que las personas a su alrededor actúan debido a su influencia, como si su influjo fuese la fuente de la cual nace el sentido de la vida. No tenemos ese poder. Hacéoslo mirar.
No quiero follar contigo, ni contigo, ni tampoco contigo. Follaré con quién me dé la real gana.
No es no. Y punto.
Pero eso ni siquiera es lo importante aquí.
Lo importante aquí es que nadie os dijo que preguntarais nada.

En cambio mis fans lo entienden todo perfectamente. =)