A Katia.
Quinto aniversario:
Ya van cinco años contigo y es un placer aprender a tu lado.
Antes de que la vida me hiciera llegar a ti, realicé un durísimo trabajo interno: mirar hacia adentro dolía, porque tenía que ver un montón de oscuridad y olvido que no quería traer a la luz. Siempre te lo digo: si me llegas a conocer dos o tres años antes, no me habrías atraído, porque la comunicación real y la inteligencia emocional no me atraían, así de ciega estaba, así que doy por sentado que yo tampoco te habría gustado a ti. No estaba preparada para querer de igual a igual.
De ti he aprendido que tú puedes escoger a otras personas, y lo haces, pero siempre me escoges a mí también. Que podemos ser independientes y amarnos, que podemos ser valientes y honestas y vulnerables. Que podemos comunicarnos plenamente y aceptarnos, que puedo ser tonta contigo sin ser menos que tú porque las jerarquías no tienen sentido cuando no tenemos miedo.
Y contigo he podido vivir dos lecciones que había entendido ya hacía años pero no había podido experimentar: que una persona ni puede ni debe llenar todas las necesidades emocionales de otra, y que nadie debería idealizar a nadie, porque hay en estos dos escenarios una sutil crueldad.
En enero nos dijimos que nuestra meta era acercarnos sólo a gente que quisiera tratarnos bien, comprendernos y empatizar con nosotras, y lo estamos consiguiendo.
Nos merecemos a personas a nuestro alrededor que pongan el mismo esfuerzo en escucharnos y entendernos que ponemos nosotras en estar presentes para ellas.
Pero también he aprendido más cosas: he aprendido que el amor es compartir responsabilidad afectiva: cuidar a ratos, sí, y que te cuiden a ratos también. He aprendido que no eres un símbolo que me da identidad, y con esto quiero decir que no eres una amante que me quita la angustia de no ser deseada, no eres el alivio del temor a no ser amada, no te quiero porque me aterrorice estar sola o porque mi valor dependa de que alguien me quiera y me valide. Porque la verdad es que me quiere mucha gente y, si no, ya me quiero yo. Te quiero por ti, por quien tú eres, tal y como tú eres. Ahora que mi trauma me ha abandonado y he comprendido la verdad del silencio, ya no tengo miedo.
El amor es lo que queda cuando el temor a perderte se va, cuando el control y la posesión son sólo espejismos para corazones cobardes.
Te quiero porque el amor en mí es infinito y me da la sensación de que hasta ahora sólo he querido a medias a todo el mundo.
Te quiero precisamente porque no te necesito desesperadamente, sino porque comparto el tiempo y el silencio contigo y juntas adornamos los días.
El amor no se esconde en gestos grandiosos, es tan cotidiano y mágico como un atardecer en calma.
Y con mi amor siento también admiración.
Te admiro por tu forma de hablar, por tus razonamientos, porque la igualdad siempre es tu prioridad, por lo graciosa que eres, por lo inteligente que eres, y por todo lo que te esfuerzas siempre.
Tu corazón es bonito y cuando seamos viejas y estemos arrugadas, ajadas e incluso gurrumías, tu corazón seguirá irradiando luz. Porque sabes que tener un buen corazón no es suficiente y haces exactamente lo que tienes que hacer para ser tú sin traicionarte.
Es una maravilla estar contigo y cuando tenemos un problema nunca jamás se convierte en una guerra de sordas que no saben escucharse, sino que hacemos equipo, hacemos un frente común y juntas combatimos cualquier cosa que se nos ponga por delante. Sabemos que los errores son las puertas al crecimiento personal y quien no se hace responsable de ellos, nunca crece. Sin embargo nosotras crecemos juntas, maduramos juntas, nos hacemos fuertes juntas, nos hacemos suaves juntas, aprendemos juntas y aprendemos la una de la otra. La vida me ha llevado justo a este punto, me ha traído justo a este lugar en el que sólo puedo quererte. Y tengo toda la suerte del mundo por quererte, porque me ha tocado la lotería de las novias.
Y lo siento por otra metáfora más, sé que no son lo tuyo, pero me tendrás que disculpar: te quiero como quiere la luna a las olas del océano: la luna no se propone reflejarse en el agua y la marea no se propone bailar con la luna.
En otras palabras, te quiero sin querer porque te quiero libre: te quiero cuando me quieres, y si no me quisieras, también te querría.
Quinto aniversario © 2025 by Marta Roussel Perla is licensed under Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International. To view a copy of this license, visit https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
