Amigas para siempre:
–Joder, hago unas esculturas cojonudas… ¿Está mal que yo lo diga?, porque son cojonudas –decía Sara contemplando sus creaciones. Aunque estaba pensando en estudiar la carrera de química cuando aprobara la selectividad en verano, tenía muy claro que no existía motivo alguno en la Tierra que pudiera llevarle a invertir menos tiempo en sus estudios artísticos, ya tenía una importante cartera de clientes y cobraba más que bien por sus trabajos–. Soy fantástica, coño.
Ester la miraba con recelo, Sara tenía demasiado ego. Demasiado, y eso no podía ser bueno. Hasta el novio de Ester le había dicho que quizás le pasara algo, que aquello no era normal, que su madre le había preguntado una vez que Sara había estado en su casa “¿a esa chica le pasa algo?”, o algo así. Total, que demasiado ego.
–¿Y tú qué tal con tu novio? Está to bueno.
–Sí… además, como siga así va a tener un trabajazo… –dijo Ester sin convicción.
–Y… ¿sigue sin darte sexo? –quiso saber Sara dejando su autocomplacencia de lado.
–Con la excusa de que le tienen que operar…
–¿Sigue dándote largas? –Sara era un cúmulo de incredulidad.
–Sí, con la puta fimosis, a lo tonto llevamos, ¿cuánto?, ¿un año esperando a que le operen? Y dice que no le apetece follar porque se hace heridas.
–¡Vaya putada!
–Es una mierda –convino ella–, y que es un quejica: las heridas son una mariconada.
–Joder… –murmuró Sara.
–Pues sí –dijo Ester–. Yo creo que me pone los cuernos o algo…
–Es que ese chico no te conviene –dijo Sara. A Ester se le pasó por la cabeza la posibilidad de que su amiga pudiera estar celosa, pero la descartó enseguida por absurda–. Joder, qué buena soy, debería estar prohibida –soltó Sara al volver la vista a sus obras.
–No, no me conviene –asintió Ester–. ¿Raúl y tú seguís de follamigos?
–Sí…
–¿Y tú sigues enamorada de él? –inquirió Ester con un leve tono de reproche en su voz.
–Sí –Sara aguardó unos instantes, cavilando algo–. Al menos dice que no le importa, que puede seguir.
–Pues yo estuve hablando el otro día con Raúl sobre si folláramos –soltó Ester.
–¿Y tu novio? –curioseó Sara.
–Que le jodan.
–¡¿Y yo?! –se alarmó Sara, como si de repente le hubiese llegado el resto de información a la cabeza.
–¿Tú qué? –Ester no acababa de comprender el motivo de sus protestas.
–Bueno… yo estoy enamorada de él.
–¿Y qué? –Ester tenía claro que aquél no era un argumento válido.
–Pues… eso –se aventuró Sara dubitativa.
–Eso no te da ningún derecho sobre él. ¡Como si fuera de tu propiedad! –se indignó Ester.
–He estado follando años con él… –intentó defenderse Sara.
–Y nunca te ha hecho caso –concluyó Ester–. No es tuyo. Y si quiero, puedo follármelo. Además, Raúl es un pedazo de pan… es un buenazo.
–Sí… –Sara comenzó a palpar una escultura en busca de posibles imperfecciones–. ¿Sabes?, me siento más guapa cuando estoy contigo, mola –comentó Sara sin pensarlo mucho.
–Raúl es un pedazo de pan –respondió Ester y tuvo la cortesía de no insistir más en el tema.
Por un momento a Sara se le pasó por la cabeza un pensamiento fugaz. Pero fue sólo por un instante, luego desapareció. A fin de cuentas eran amigas.
Y las amigas estaban para apoyarse.Amigas para siempre por Jorge Roussel Perla se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://parafernaliablablabla.blogspot.com.es/.
La amistad, las traiciones y las tentaciones, por lo menos Sara estaba avisada, en otros casos la persona interesada es la última en enterarse, y cuando lo hace, la decepción es tremenda....Muy ilustrativo tu relato...Ah! y lo del ego que tampoco hay que dejarlo de lado....
ResponderEliminarUn abrazo Jorge
Muchas gracias por comentar, Sofya. Y desde luego. Yo creo que es una cuestión de sufrimiento, el sufrimiento que creamos o al que damos la bienvenida en nuestras vidas. El sufrimiento que toleramos. Desde mi punto de vista es una lección difícil y en la que todos hemos necesitado ayuda en un momento dado. Afortunadamente, podemos elegir hasta qué punto aceptamos según qué situaciones.
Eliminar¡Un abrazo! ^_^
Se te dan muy bien los diálogos, Jorge. Ya te había leído otros que eran sólo conversaciones y los armás de tal manera que enganchan, aunque no haya una anécdota definida.
ResponderEliminarEn este texto mostrás una amistad un tanto particular, donde al principio Sara parece la más fuerte y bien plantada, pero después Ester también muestra una faceta egoica. En un momento piensa que Sara está celosa, pero me parece que es ella la que tiene celos de su amiga y no le importa entrometerse en la relación con el "follamigo" (¡me encantó la expresión!).
Un abrazote.
Muchas gracias por tu incisivo comentario, Mirella. Lo cierto es que a veces el egoísmo nos acorrala contra una situación que no nos acaba de agradar, y es triste que el miedo sea lo que puede propiciar esta clase de relaciones de amistad tan contaminadas y en las que una retorcida necesidad (acaso un desbordante temor) funciona como impulso. Te confieso que es pura catarsis, porque desgraciadamente, existió en mi vida un tiempo en que hubo muchos sentimientos que tuve que aprender a transformar (aunque nunca termina uno de aprender, claro, y aquí la cagamos todos). Seguramente lo más sano sea caerse bien a uno mismo... así se sonríe más al menos.
EliminarLo de "follamigo" es muy común en España, es decir, es una palabra que se oye mucho y además es bastante gráfica.
Personalmente, me gusta tener amigos en los que apoyarme y a los que apoyar, que le ayudan a uno a aprender y a los que uno ayuda a aprender, pasarlo bien y nada más. Pero no siempre fue así (aunque yo nunca haya hecho nada como lo que aparece aquí, es inevitable, como te decía, hacer daño a los demás de forma chorra mientras uno va adquiriendo experiencia en esto de vivir), y tengo que honrar el pasado como se merece. De todas formas, no dudo de que, por más tóxica que pueda ser esta amistad es, de hecho, una amistad real. Lo que de verdad me parece más fascinante es el sufrimiento expresado a través de ella.
¡Un abrazote! ^_^
Bueno, qué decirte... Lo correcto sería decir que un amante no es propiedad de nadie, pero la amistad verdadera, si es que eso sigue existiendo, te impediría follarte a quien ya lo hace con un amigo, al menos para no sentir que la cosa es tan endogámica, pues ése es el gran conflicto, andar todos revolviendo el mismo plato.
ResponderEliminarAh, yo escribo unos textos cojonudos, pero el tamaño de mi ego nunca varía. :)
Un fuerte abrazo, Jorge.
HD
Jajajaja. Muy cierto, Humberto, cojonudos son y, ya ves, el tamaño del ego no tiene por qué variar, al menos si uno está contento consigo mismo. Estoy de acuerdo, no creo que sea muy bueno emponzoñar una amistad por nada, aunque, claro, es cuestión de prioridades (y saber hacer, que no se nace sabiendo), habrá quien considere que un poco de dolor a cambio de sexo merece la pena, yo ni me meto. Esto sólo es un dibujo, y creo que hay mucha incomodidad en él por parte de los personajes. Y la verdad es que no hay nada como una sosegada y sincera conversación para arreglar problemas. Por otra parte antes hay que detectarlos... evidentemente en este trío no existe esa libertad sexual que existe en otros, así que... ya se sabe. Si se quiere compartir, que se comparta, si no se quiere, que no se comparta. Jugar con los sentimientos de los demás sólo puede estallarle a uno en la cara tarde o temprano. Claro, que hay quien consiente. Siempre hay quien consiente.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Humberto.
¡Un abrazote! ^_^
Permíteme este lujo de reírme: jajajajaja. O como diréis en Irlanda: hahahahha.
ResponderEliminar¿Cómo va la cosa por ese mundo isleño?
Bueno. A lo que iba.
Me has sacado una gran sonrisa. Me ha chiflado esa extraña relación que mantienen las dos "amigas". Representan eso de lo que todo el mundo habla: los polos opuestos se atraen. Menudos extremos. O tal vez ambas son manipuladoras a su manera. Aunque al final, Ester se vuelve sumisa y baja las armas.
No sé, la amistad es un terreno complicado de comprender, al igual que las relaciones en general. Pero no sé hasta qué punto una persona sin demasiados escrúpulos (lo que me inspira en este caso Ester) puede regar una amistad. Compartir follamigos/similares es un poco bestia, aunque hay gente para todo. Y, al final, hasta los psicópatas tienen amigos. Aunque al menos, son sinceras ¿Cuál es la opinión del autor?
Me inspira curiosidad el exceso de autoamor (otra palabra al diccionario, yeah) que siente Sara por ella misma. Llamémosle autoestima. ¿Algún mecanismo de defensa que su mente haya adoptado por algún incidente en el pasado, o simplemente porque sí? Siempre que me topo con personas así, con una autoestima quizás incluso más enfermiza, me pregunto si será para esconder flaquezas o sencillamente... es que son así.
Por la historia, mándamela a este correo que creé para el blog: pececilloenuncarrousel@gmail.com Qué curiosidad :)
Buenas madrugadas (aquí de vendaval), Roussel.
Miss Carrousel
Muchas gracias por tu comentario, miss Carrousel. También me cuesta creer que unas personas así puedan hacer crecer una amistad que, al menos a la larga, no resulte obviamente enfermiza. Aunque muchos podrían tildar esta clase de comportamientos como algo malo, lo que a mí me llama la atención es el hecho de que estas personas estén instaladas en su dolor, y que, de alguna manera, toleren el sufrimiento que evidentemente sienten como fruto de esa relación. Quizás en este punto ni siquiera sea una cuestión de hablar con sinceridad (otra sinceridad, distinta a la expuesta en el diálogo), sino que sea una cuestión de aprender algo sobre el amor real, el respeto y la comunión que puede existir entre, por ejemplo, dos amigos. Y sobre la necesidad de ayudar y compartir. Pero son lecciones que no son sencillas de tomar y que, al tratarse de aspectos tan profundos de la forma que tiene uno de entender el mundo, requieren mucho tiempo. La sinceridad de la que hacen gala es una sinceridad a medias, porque el miedo ha encerrado todo aquello que realmente importa, todo aquello que podría hacerlas felices y que se trataran de otra manera. Por supuesto es mi punto de vista como autor, y tal vez esté en un error, pero de momento no sé pensar otra cosa. Por eso creo que no es una cuestión de desear el nuevo sol con mucha fuerza, como si la sola volición fuese la respuesta y se olvidara la indagación, sino que realmente hace falta un acto consciente de aprendizaje para no caer en los mismos patrones, lo que se niega a uno le condena a la repetición. La apertura no le libra a uno de la desgracia, pero le abre a nuevas alegrías, a veces más intensas y todo.
EliminarSoy de la opinión de que el extremismo suele acarrear problemas, aunque sea porque los extremos suelen ser rígidos. La sobrecompensación de Sara parece una respuesta dura a una gran carencia, la flexibilidad de una autoestima sana resultaría en un ego como el de Humberto Dib, que como él dice, no varía. Es curioso que sea la flexibilidad la que proporcione la estabilidad y que los intentos más directos por mantener una posición contra viento y marea sea lo que provoca la inestabilidad, quizás porque la realidad es un océano y nuestras ideas pueden ser las mismas olas.
Aquí hoy hace un solazo cojonudo y además me has alegrado la mañana.
¡Un abrazo, miss Carrousel! ^_^